4.8.13

Bienvenido a la raíz, al agua, al temporal de la palabra, bienvenido al cobijo del mezquite, al carbón, al cocedor del buen pan, bienvenido el viento, el canto viejo, la biznaga coronada de abejas, bienvenida la semilla, el pedernal, la yuca flor, bienvenido al Mitote de luz clara luna bienvenido al silíceo suelo de Samalayuca la Grande.

Adrían Caldera, Espejo pétreo viejo.
"En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

- La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos sus vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

-¿Qué gigantes- dijo Sancho Panza.

-Aquellos que allí ves -respondió su amo-, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

- Mire vuestra verced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que era, antes iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

-Pues aunque mováis más brazos que los del gigantes Briareo me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

-Válame Dios -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza...".

CAPÍTULO VIII
Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.

Ilustración (1968): Roc Riera Rojas (1913-1992).





Toda explicación (o peor aun, intento de explicación) se va tornando poco a poco en una fea simplificación -o, cómo decirlo, horrible fragmentación- del universo sugerido en, por ejemplo, un aforismo, un poema o un versículo bíblico. El poeta ha pasado gran parte de su vida sugiriendo, asomándose al paraíso; pisando, a veces sin querer, tierras lejanas de follajes oscuros, tanteando lugares; y el día que alguien le pide que explique (que sí los hay), ha de quedarse sin palabras. Porque no hay explicación, o no es de explicar de lo que se trata. La explicación ya está contenida en el poema, que es, dicho sea de paso, un hoyo negro que todo lo devora.

24.5.13

me vengo en ti

                              me encuentro en mí

                                                                    nos encontramos
                            
                               

Retroducción

Habría que comenzar no por hablar ni por callar, 
sino por hallar, 
habría que quitar el dedo del renglón, y los puntos sobre las íes, 
salir no por la SALIDA, 
ni mucho menos por la ENTRADA, 
sino por la de emergencia.
Habríamos de caminar caminos paralelos, apreciarnos a distancia, 
porque las cercanías empañan. 
Habriamos de tener el amor por oro,
y ese oro como un tesoro, y así no disiparlo,
como bien aconseja el capítulo siete del libro de Mateo.
Habríamos de fomentarnos,
sembrarnos,
pensarnos,
pero no mediando ningún elogio,
has de saber que aquí éstos tienen veneno de lisonja.

Abro de irnos amando en el polo opuesto del Amor.

30.4.13

te repiten tanto lo que no eres
las palabras son martilladas con tal fuerza
que un día
cuando tu espíritu gira en la posición propicia
acabas creyéndolo
encajando en alguna forma
porque el espíritu humano se debilita
y su carroña llama la atención de los que la buscan
pero algo antecede a otra cosa
y una cosa es prioritaria sobre la otra

el amor desenreda lo que está enredado
¿pero qué enreda al amor si por miedo a la soledad
entregas tu espíritu para que alguien lo manosee?
el hombre que aprende a amar echa raíces
el que contempla ama
el que se funde en amor conserva siempre su ser individual
y no entrega su espíritu a otro para sentirse arraigado
el que ama llora
y el que se inclina puede amar
como el que fuerte en espíritu se yergue
y pelea la batalla

la soledad es abrirse en espíritu cuando otros se reducen
llorar cuando otros ríen
mirar el cielo cuando ellos ven hacia adelante
desclavar el clavo que el martillo clava

pero más de uno mira el cielo
y el que ama no está solo

no quedará rastro del hombre
el rastro es ahora
y nadie amará lo humano
el amor es ahora
y nadie se acordará del hombre y la proeza
el recuerdo es ahora
¿y quién desea mantener estas cosas
en el vano de lo eterno?:
todos
salvo
los que viven
sueñan
aman
ahora


27.12.12




Al acto de poner en duda la razón como forma de vida, no se le responde poniendo en duda la fe, puesto que es un acto de fe vivir pensando que la razón es el modo más digno de vivir.